Cuando era niño, el trompetista Gabriel Alegría viajaba junto con su familia al balneario limeño de Pucusana. El recuerdo de esos viajes por carretera y la visión de la pequeña bahía que se forma al llegar al lugar son la inspiración de los paisajes musicales de su disco más reciente: “Pucusana”, grabado al lado del Afro Peruvian Sextet.
Luego de aclamadas presentaciones en el Perú y el extranjero, la banda formada por Laura Andrea Leguía (saxofón), Freddy “Huevito” Lobatón (percusión peruana, zapateo y voz), Hugo Alcázar (batería), Yuri Juárez (guitarra y voz), John Benítez (contrabajo y voz) y el propio Alegría en la trompeta actuará esta noche en el Jazz Zone de Miraflores. El recital marca la despedida del grupo de escenarios limeños hasta nuevo aviso.
“El tema que da nombre al disco fue creado desde el punto de vista de un niño,” cuenta Alegría. “En esa época el viaje de cuarenta y cinco minutos se me hacía larguísimo. La pieza tiene esa sensación. Además, los sonidos tienen que ver con el paisaje. Uno va subiendo y pronto, cuando llega a la bahía, acaba por descender”.
¿La referencia a un puerto de la costa peruana también tiene que ver con el uso de ritmos, instrumentos y músicos de la cultura afroperuana, eminentemente costeña?
Definitivamente. Este es un grupo costeño, con sonoridades de la música afroperuana estrictamente costeña. Ese es nuestro aporte, trabajar con instrumentos de la costa, con ritmos de la costa y explorar todo ese mundo.
¿Combinar los ritmos del jazz tradicional con los de la música afroperuana acarreó un estudio de las cadencias y las sonoridades?
En nuestro trabajo hemos descubierto que, más allá de la técnica, uno debe localizar los puntos donde la vivencia y el espíritu de las dos músicas se encuentran, que no es en todos lados. Hay un espíritu afroperuano y un espíritu afroamericano que van muy bien juntos, y otros que no. Al experimentar uno puede ver qué funciona y qué no.
¿Por ejemplo?
Cuando tocamos un tema peruano, como “Toro mata”, las cosas funcionan muy bien. Cuando trabajamos la versión de John Coltrane de “My Favorite Things” también. Nuestra percepción es que el espíritu más bacán del jazz existió en 1930, cuando la gente lo bailaba y participaba, como en una peña. Ahí está la conexión.